Recordando a Joaquín Rojas

Por El Avisador - 25 de Febrero, 2014, 9:50, Categoría: General

Hace exactamente diez años que nos dejó el hombre a quien considero de justicia hacerle esta semblanza, por lo que representa su figura en el panorama histórico del flamenco en Extremadura y porque los que sentimos este arte no podemos dejar de recordarlo con el cariño y respeto que él mismo nos regaló mientras vivió. Aquel 21 de febrero del 2004, caía desplomado en una calle de Génova, ciudad italiana a donde había viajado con unos amigos a pasar unos días y a empaparse de arte, porque nuestro protagonista sabía apreciarlo y disfrutarlo en toda su extensión. Aquí la noticia nos cogió por sorpresa pues Joaquín era un poco como nuestro padre espiritual en el flamenco, un referente y guía para todo el que estuviera dispuesto a aprender con él y de él. En aquellas fechas, yo no pertenecía a la Asociación de Arte Flamenco de Badajoz y asistía esporádicamente a las tertulias. Nuestra universidad era la casa de la amiga Antonia ,"Yeye", donde escuchábamos cante añejo y moderno a toda pastilla y cuyo domicilio era punto de encuentro de muchos artistas flamencos de Badajoz y Sevilla. Digo esto porque no era fácil, por tanto, para mí coincidir con Joaquín y siempre que, muy de tarde en tarde, nos veíamos me preguntaba por mi padre, con el que guardaba entrañable relación por ser ambos aficionados, además del flamenco, a la caza con galgos. Iglesias me llamaba. Entonces aprovechaba para preguntarle alguna duda, que era inmediatamente aclarada con la sapiencia del maestro, y recuerdo la primera vez que charlé con él aunque para mí era ya conocido. Fue en una venta y acabábamos de grabar con "La Caíta" para la compañía teatral "Suripanta" (una versión de "Othello" ambientada en un cortijo del sur), y estando en el local con la cantaora se nos solicitó que hiciéramos alguna cosilla, así que tiré fuera la sonanta y le acompañé los tangos, que iban muy ligeritos como lo demandaron para la escena de la obra y, claro, yo no entendí hasta acabar que allí se "chanelaba" de verdad. Así que me veo al pobre Joaquín negando con la cabeza hasta que, al terminar, y tras presentarme, le comenté que ése no era mi estilo, que a mí me gustaba el compás más pausado y le toqué un par de falsetas más relajadas hasta que agarró el instrumento y se dejó caer dos cosillas ejemplares que agradecí con un reconocido abrazo.

Ese día supe quién era el señor Rojas Gallardo. Nació Joaquín el 18 de abril de 1943 y, desde muy niño, se interesó por la guitarra comenzando a los nueve años su aprendizaje con Manuel Terrón. Tras tres temporadas de enseñanzas, el maestro le comentaba a Antonio Regalado que tenía un alumno que era un caso insólito para el aprendizaje de la guitarra y que se encontraba atónito porque no tenía más que enseñarle sobre falsetas, compás y acompañamiento al cantaor. También practicó la guitarra moderna con su juvenil grupo llamado "Los Megatones", con los que ganaron un concurso en la piscina Florida, allá por los últimos cincuenta, y sus compañeros ponderan igualmente su saber hacer guitarrístico. Así que entre Punta Umbria, donde veraneaba, y Sevilla, donde marchó a estudiar, se empapó de cante, baile y toque y fue el origen de tantas noches de experiencias en tertulias y juergas mientras que en Badajoz se hacía notar en "La Parrala" o en "El Sótano" (en casa de Paco Sáez llegó a acompañar al Porra con 14 años). Sin estas reuniones, falta lo esencial para tener una idea de qué va esto y de las que nuestro protagonista andaba más que sobrado porque, a pesar de su juventud, eran muchos los cantaores que demandaban su acompañamiento. Cuenta Pedro Antonio Sánchez cómo, solicitando un guitarrista a finales de los 60 en un prestigioso tablao madrileño, se fueron a fijar en una promesa, la mejor de toda la raya de Portugal, según un guitarrista de tronío, es un payo colorao de Badajoz, todavía demasiado joven, que responde al nombre de Joaquín Rojas.

Con todo este bagaje y conocimiento se vuelca con el mundo del flamenco y los toros, su otra pasión, así que toca enumerar algunos de los méritos de Joaquín Rojas Gallardo: fue socio-fundador de la primera entidad flamenca registrada en Extremadura, la Asociación de Arte Flamenco de Badajoz. Socio-fundador de la Federación de Entidades Flamencas de Extremadura. Miembro del jurado en infinidad de concursos, entre los que destacamos el Internacional de flamenco de Nimes, Nacional de Córdoba, La Minas en La Unión, Yunque flamenco de Cataluña, Nacional de Cantes Extremeños, de la Confederación Andaluza de Peñas Flamencas o del Nacional de la Taranta en Linares, y fue elegido presidente del congreso de Barcelona. Como investigador, llevó a cabo más de cincuenta conferencias con temáticas variadas: "El flamenco y los toros" (nada menos que en Las Ventas de Madrid, en dos ocasiones), "Ese cronista taurino llamado flamenco", "Apuntes sobre la guitarra flamenca", "Cantes autóctonos de Badajoz", "Semblanza artística de Manuel Vallejo", "... de Porrina", "Flamenco y gastronomía", "La saeta y el flamenco", etc., etc. Y dada su sapiencia, nos dejó para la afición una antología de Manolo de Badajoz, una selección de los Cantes Extremeños y otra antología de Porrina, además de ejercer como crítico taurino y flamenco en revistas especializadas y, por supuesto, en este diario, merced a crónicas que daba gusto leer por justas y acertadas. Recuerdo, entre sus muchas apariciones, un artículo reivindicativo de los "Badajoz" (los guitarristas Manolo, Pepe, Ernesto y Justo), titulado "Hermanos Álvarez, ¡qué olvidados os tienen!". Así no era  de extrañar que de su cuño se proclamara la premisa "El Flamenco también es cultura extremeña", y no podemos imaginar qué otras aportaciones al flamenco nos hubiera legado de continuar entre nosotros su corpulenta sabiduría.

Joaquín ha dejado un vacío enorme y le echan de menos en congresos y reuniones donde solía tocar, cuando se terciaba, con mucho arte, que bien se hubiera podido dedicar profesionalmente a ello, aunque en la placa de  la calle con la que su ciudad le recuerda reza "Joaquín Rojas Gallardo, flamencólogo". Para concluir este recuerdo de Joaquín, quiero dejar prendidas unas palabras de su amigo, el cantaor y erudito Alfredo Arrebola, con quien compartió muchos momentos y vivencias. Era tan humano y generoso, que bien se le pueden aplicar los versos del poeta granadino Manuel Benítez Carrasco:

"Aunque muriera de sed
si lo llamaba un amigo
dejaba el agua correr".

Lolo Iglesias
http://flamencuras.com/2014/02/recordando-a-joaquin-rojas-lolo-iglesias/

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