Esta mañana, comprando las frutas y verduras en una frutería de los
alrededores del centro moderno de Badajoz, a la espera de que la señora
Carmen nos atendiera a dos o tres clientes de la fila para el pesado,
bolsas en ristre, que va una señora delante mía y entabla conversación
amistosa con la doña frutera:
--Oye, Carmen, ¿dónde está el jefe?
--El jefe no está, pero estoy yo, que soy la jefa.
--Bueno, sí, ¿pero dónde está, que no lo veo?
--Pues no lo sé, más perdido que la doce, trece, seguro.
El
"jefe" de la película, marido de doña Carmen, es el encargado de traer
las cajas de frutas y verduras del mercado, de entrarlas en la tienda,
rellenar las estanterías, y cosas así. Luego, misteriosamente,
desaparece. Con que me quedo con el cante y, al llegar mi turno, le
pregunto por eso de "estar más perdido que la doce, trece". Y la buena
señora, que me lo explica, con una sonrisa de oreja a oreja:
--Pues nada, la doce, trece es esa llave fija que tenemos en casa y que sirve pa to...
--Y... --perdidito, le pido una explicación más.
--Sí,
hombre, sí, pues resulta que todo el mundo la coge en casa... y luego
la deja sabe Dios dónde..., total, que la perdemos de vista cuando la
necesitamos... y si preguntas, nadie sabe dónde la ha puesto...
"Más perdido que la doce,
trece", un gramo más de sabiduría popular en boca de doña Carmen.
¿Carmen de España?, no, ¡Carmen de Badajoz!