Estas carnes ya viejas porque viejo,
se andan quejando,
no sé si por el uso o el desuso.
Ahora mis pies caminan con desgana
desganándome.
Y a cada mañana
mis andares empana ralentiza el pecho
y todo yo
¡Parezco frenado, interminable!
¡Hasta el pensamiento!
se niega a recordar la velocidad,
ahora para mí irrealizable
de mis andares pasados,
aquellos saltos dados cuando joven;
¡Brioso corcel!
¡Potro o jumento desbocado!
Los años no perdonan,
decía el abuelo.
Pronto llegarás a mayor y como yo
te aparcarás en esta silla
porque tus rodillas no te aguanten.
Y al cantar el gallo...,
hoy duermes plácidamente,
mañana
te despertarás lleno de impertinencias,
dolores, y un montón de carencias...
Qué razón tenía el abuelo, así
que, como él me dijo, hoy te digo: Nieto,
aprovecha los minutos, cada momento...
¡Los años no perdonan!
¡Y baja de la silla, coño, que te vas a caer!
(Badajoz, a tanto de tantos.)
José Manuel Ferrera Boza
jmferreraboza@gmail.com