El Avisador de Badajoz

Un año más, por septiembre, vuelven a verse los puestos callejeros de higos chumbos en Badajoz. Y este mediodía, junto a un centro comercial de una barriada de las afueras del centro urbano, allí que estaba el bueno de Antonio, chico orondo y amable, guantes de plástico y navaja en ristre, junto a su furgoneta, tratando de vender su rica mercancía entre los clientes que, a esas horas, entraban y salían del hipermercado.

--¿A cómo, maestro?
--A 1,50 la docena.
--¿Y de dónde son, si puede saberse?
--Pues de Badajoz, de Bótoa p'allá...
--¿Y qué tal se lleva con la Policía local?
--Pues bien, hasta que vienen...
--No se hable más, venga esa docena.
--Aquí los tiene, pelados ya --te dice mi Antonio, con una amplia sonrisa.

Higos chumbos de Badajoz, un rico y popular postre, con unos frutos que, desde los tiempos del café migao, se cogían como alimento para los cerdos y que ahora, como postre exquisito, comiéndolos sin abusar, sirven para que algunos de nuestros más humildes convecinos, con la indulgencia de la pasma de Montesinos street, se agencien unos eurillos extras, que siempre vienen bien, máxime en tiempos de crisis.