El Avisador de Badajoz

Esta mañana, paseando por la ciudad, una escena de tráfico me llamó poderosamente la atención: una enorme grúa municipal se llevaba una pequeña furgoneta de seguros Mapfre, perteneciente a un cristalero de la compañía, con varios paneles acristalados a bordo, listos para colocar en las casas. No fue difícil reconstruir los hechos: el cristalero de la película aparcó su vehículo donde le salió de las pelotas, hubo una denuncia posterior de algún ciudadano imposibilitado de salir o de la propia Policía local que pasaba por allí, llamada a la grúa y, ¡hale!, al centro municipal de recogida de vehículos mal aparcados, situado, creo, en las cercanías de la frontera de Caya. Como tampoco fue difícil imaginar la cara de asombro del fulano cristalero, al bajar de la casa con el cristal deteriorado y ver que su furgoneta, con la cristalería nuevita, había desaparecido.

¡Qué putada!, dirán algunos. Pues hay que aplaudir la actuación de la poli local, grúa incluida, que para eso están, cortando por lo sano los aparcamientos indebidos, por incívicos, que en Badajoz son ya costumbre.