No puedo detenerme.
La senectud me empuja.
Da vueltas la moviola
que mis carnes estruja.
Estoy sobre la diana
del ojo de la aguja.
Va a explotar lo que soy:
una simple burbuja.
Dejadme que me escape,
dejad que el tiempo cruja,
dejad que el viento pase,
que el torbellino ruja.
No estoy para cumplidos.
No acudo a vuestra puja.
Mi alma en cuerpo débil
y en paz se somorguja.
Pronto, si un dios lo exige,
saldré de esta cartuja
que me retiene, empalma,
aprieta y arrebuja.
No puedo detenerme.
Llegó ya mi hora bruja.
Apuleyo Soto Pajares
a.sotopa@hotmail.com