¡Joder
con el teléfono, el móvil, el fijo, el inalámbrico, el asexuado y el
bisexual! ¡Qué invento maquiavélico, logopédico y ortopédico! ¡Qué
torturante sonidillo repetitivo! ¡Qué engañosa herramienta de
comunicación! ¡Qué elemental tintineo secuestrador del trabajo eficaz! A
otro ingenuo con esa cantinela oficinesca y callejera.
¡El
jodío teléfono, cuánto desperdicio de tiempo creador se traga!
Palabras, palabras, palabras..., que en francés cantara dulcemente
Dalida con Delón para soñar y nada más: paroles, paroles, paroles...,
simples palomas mensajeras del vacío existencial.
Sin
la televisión continua y sin el teléfono intermitente la gente no
podría, no puede, no sabría, no sabe… vivir, si le llamamos vivencia o
convivencia a eso que se trae y se lleva el viento en sus ondas
parabólicas, vanas y podridas como las hojas de los árboles en otoño,
válidas solo para los barrenderos, que así no paran para cobrar el paro
sin pasar la escoba.
Apenas
ya si se usa el papel, ni pautado ni sin pautar, ni escrito ni
pintarrajeado, ni en blanco nieve ni en negro sobre blanco. En la era
digital y auditiva no queda nada sólido, tocable, manejable,
constatable, verificable; todo es volátil, efímero, pasadizo; entra por
una oreja y sale por otra sin dejar rastro, si te he llamado no me
acuerdo, búscame otra vez, llámame otra vez, no dejes de llamarme. ¿Para
qué? Esa es la cosa y la causa.
--¿Oigame?
--Oigo. ¿Dígame?
Le
dices, le cuentas, le satisfaces, le encandilas, le pegas la hebra y la
vara…y quedan pendientes los segundos, los minutos, las horas...,
colgados de las nubes vaporosas, las que ahora el presidente que se va a
sus lares leoneses (o leoninos) quiere contemplar tendido en una hamaca
de greguerías ramonianas, con la sonrisa... marchitada, ¡oh!, flor
cantamañanas de casi dos insoportables legislaturas. A golpe de teléfono
se iba a solucionar todo, pero estamos peor que estábamos. Nosajodío.
--Lector, ¿dígame? Le escucho atentamente. Disculpe, tengo trabajo.
Apuleyo Soto Pajares
apuleyosotobajares@hotmail.com