Había
una vez un leñador que tenía una hija y, al ser hija única, su padre se
la llevaba al bosque a cortar leña. Un día que la niña recogía la leña
que su padre había cortado, vio una pequeña serpiente y se lo dijo a su
padre. Éste le dijo que la matara y, cuando la niña se disponía a
obedecer lo que su padre le había dicho, oyó una vocecita que decía:
--No me mates, cógeme, méteme en una olla, cuídame y algún día te ayudaré.
La
niña miró a su alrededor y se dio cuenta que la que le había hablado
así era la serpiente. Entonces la cogió y la guardó como le había dicho,
y decidió llamarla Serpentina.
Cuando
la muchacha cumplió dieciséis años, la serpiente le pidió que la
soltara y ella la soltó. Un día, cuando la muchacha estaba con una amiga
en el balcón, pasó el príncipe de cacería y, al ver a la muchacha, se
enamoró de ella, pidiendo su mano horas más tarde. La muchacha dudó en
aceptar y dijo que lo pensaría. Al día siguiente, la muchacha, creyendo
tener una buena amiga, se lo contó a su vecina, que era de su edad, y le
dice:
--El
príncipe ha pedido mi mano y me ha invitado a palacio, pero yo he
pensado no ir, pues no tengo ni ropas adecuadas ni nadie que me
acompañe.
Le dice su amiga:
--No te preocupes, que yo te acompañaré.
Al
oír esto, la muchacha decidió partir hacia palacio a la mañana
siguiente. En efecto, a la otra mañana estaba el coche real que las
llevaría a palacio para reunirse con el príncipe. Pero al no ir el
príncipe con ellas, los escoltas no sabían cuál de las dos muchachas era
la elegida por el príncipe, pero tampoco lo preguntaron. Cuando iban
por el medio del bosque la amiga de la muchacha fue y le sacó los ojos y
la dejó tirada en el bosque, siendo ella desde ese mismo momento la que
se casaría con el príncipe.
Al llegar el coche a palacio, el príncipe salió a recibir a su prometida y, al verla, le dice:
--¡Tú no eres mi enamorada!
Y le dice la muchacha:
--Claro que soy yo, lo que pasa es que con un viaje tan largo me he estropeado mucho.
Con
que el príncipe se convenció y se pusieron a hacer los preparativos
para la boda. Mientras tanto, en el bosque, la hija del leñador se
acordó de la serpiente y dice:
--¡Ay, mi amiga Serpentina!
Y
en esto apareció la serpiente, que le devolvió los ojos a su dueña y la
llevó a una aldea para que se recuperara. Cuando se recuperó, partió
hacia palacio y pidió audiencia para hablar con el príncipe. Cuando el
príncipe la vio, hicieron los preparativos para una nueva boda. Y
decidieron castigar a la amiga de la ahora Reina a que se alimentara de
los huesos que los monarcas tirasen mientras comían.
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De
mi colección inédita de cuentos de tradición oral, recogidos en la
década de los 80 de la pasada centuria, en los barrios de Badajoz.