Un
día de invierno, una hormiguita se había dejado una patita fuera del
hormiguero y se la encontró helada por la mañana. Y se fue a pedir
explicaciones al hielo:
--¡Oye, hielo!, ¿tan fuerte eres tú, que quiebras mi pata?
Dice:
--Más fuerte es el sol, que me derrite.
Con que la hormiga se fue a hablar al sol:
--¡Oye, sol!, ¿tan fuerte eres tú, que derrites el hielo que quiebra mi pata?
Dice:
--Más fuerte es la nube, que me tapa.
Y la hormiga se fue a hablar a la nube:
--¡Oye, nube!, ¿tan fuerte eres tú, que tapas el sol que derrite el hielo, que quiebra mi pata?
Dice:
--Más fuerte es el viento, que me lleva.
Y la hormiga se fue a hablar al viento.
--¡Oye, viento!, ¿tan fuerte eres tú, que llevas la nube que tapa el sol, que derrite el hielo, que quiebra mi pata?
Dice:
--Más fuerte es la pared, que me para.
Y la hormiga se fue a hablar a la pared:
--¡Oye,
pared!, ¿tan fuerte eres tú, que paras el viento que lleva la nube, que
tapa el sol, que derrite el hielo, que quiebra mi pata?
Dice:
--Más fuerte es el hombre, que, cuando quiere, me derrumba.
Y la hormiga se fue a hablar al hombre:
--¡Oye,
hombre!, ¿tan fuerte eres tú, que derrumbas la pared que para el
viento, que lleva la nube, que tapa el sol, que derrite el hielo, que
quiebra mi pata?
Y entonces el hombre cogió a la hormiguita por una pata y la tiró al fuego, por insolente.
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De
mi colección inédita de cuentos de tradición oral, recogidos en la
década de los 80 de la pasada centuria, en los barrios de Badajoz.