Ayer noche, lloviendo a cántaros en Badajoz, había cierta movida
alrededor del kiosco de música de San Francisco. Un grupo de jóvenes de
la parroquia de San Juan de Ribera tenían montado una serie de talleres y
entretenimientos, a fin de recaudar fondos para Cáritas parroquial. Al
menos, eso era lo que se oía a través de los altavoces, donde, de vez en
vez, sonaban los villancicos. Una espectacular colgadura navideña, con
el Niño Jesús en el centro, tampoco pasaba inadvertida a nadie. La forma de colaborar consistía en rellenar con monedas y billetes las
clásicas filas o hileras, formando letras, para conseguir siempre la
mejor recaudación. Pues bien, a nuestro paso por el lugar, unos jóvenes
nos invitaron amablemente a subir al kiosco, donde empalmé con unos
euros la fila recaudatoria.
Todo normal, hasta que, ya en el paseo me entero que uno de los jóvenes
estaba comentando a la patronal que el dinero recaudado iba destinado a
sufragar los gastos del viaje del grupo de jóvenes de la parroquia, en
la próxima visita del Papa a España. Y que, de lo recaudado, un tanto
por ciento lo destinarían a Cáritas.
Señoritos de San Juan de Ribera, hay que tener la cara muy dura para
engañar así a los viandantes. Del viaje, nadie conocía nada, pues nada
se publicitaba, todo se refería a Cáritas. Un timo en toda regla,
teniendo en cuenta las fechas que estamos, tan propensas a las ayudas a
las buenas causas, no a viajar gratis, venga el Papa o su secretario de
Estado. Os habéis aprovechado del buen nombre de vuestra parroquia y de
vuestro párroco, de Cáritas, que no necesita de vuestras propinas, y,
seguro que del Ayuntamiento de Badajoz, que os habrán dejado el kiosco por una
buena causa, no para viajar de gorra.
Y si queréis viajar, señoritos de San Juan de Ribera, teníais estos
caminos: rascarse el bolsillo, tirando de vuestros ahorros, como hace todo el
mundo, poniéndose a hacer algunos trabajos extras, como cuidar
ancianitos, para sacaros el dinero necesario, o el que os recomiendo de todo corazón,
haciendo el camino a pie, como peregrinos, que dicen los médicos que
andar es muy sano.