Sonetos victorianos (y III)
Por El Avisador - 7 de Febrero, 2010, 10:03, Categoría: General
El caballero Collado Caballero de magra encarnadura, encurtido y reseco cual Quijote, su única armadura es el bigote, y su escudo y su lanza, la escritura. En su andar de quimera y aventura, no hay gigante ni molino que no azote, vizcaíno o león que no derrote, ni Merlín que detenga su andadura. Por mucho que le tiran a degüello, Bartolomé Collado la estulticia, persigue sin perder nunca el resuello. Y haciendo de esta lucha su milicia, defiende la razón y la justicia, sin bajar ante nadie, nunca, el cuello. Que aunque parece seco como un leño, y en ocasiones espanta con el ceño, en realidad posee la energía, que al mismo Don Quijote le emergía cuando surcaba el cielo en Clavileño, reventando por dentro de alegría. *** A un poeta cósmico Don Cosme cosmeaba cosmemente, y cosme, cosmeando, se tragaba, un bocadillo de media tonelada, y luego quince más, tranquilamente. Engullendo, Don Cosme es imponente, y en su panza de aljibe de alcazaba, cabe un guarro, diez pollos, una pava, veinte panes y una arroba de aguardiente. Gran estajanovista de los dientes, y feroz predador del calamar, este Cosme, cosmético y voraz, también cuando se pone es muy capaz, de tomar una pluma y bien rimar, odas tiernas, sabrosas y calientes. Porque lo calamárico y cosmético, de este tragaldabas tan frenético, en Cosme no es ningún inconveniente que dificulte su quehacer poético, ni le quite el aprecio de la gente. Alberto González Rodríguez albertognz@hotmail.com |
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