El
pasado 21, el Museo de Bellas Artes de Badajoz festejó el Día
Internacional de los Museos, con un par de actos, en el que colaboraban
también la Asociación de Amigos del Museo. En primer lugar, en los
bajos de la pinacoteca pacense, con entrada por Duque de San Germán, se
inauguró una singular muestra pictórica, titulada "La evocación del
paisaje extremeño en artistas regionales del siglo XX". Con 20 cuadros
que, por distintos motivos, especialmente por falta de espacio, se
encuentran depositados en los almacenes del Museo. Y allí que pudimos
observar una preciosa muestra de autores extremeños, como Adelardo
Covarsí, Antonio Casquete de Prado, Ramón Fernández Moreno, Antonio
Solís Ávila, Julián Pardo, José Antonio Sánchez Borayta, Félix Malfeito
Gaviro, Antonio Vaquero Poblador, Juan Narciso, Ramón Carreto Blanco,
Enrique Parra Gómez, Julián Báez Sánchez, Juan Tena Benítez, Luis
Gragera Villalobos, Francisco Pedraja Muñoz, Josefa Casillas casco,
Emilio Pérez Ramiro, Manuel Gómez Arce, M. Ángel Díaz García de la Riva
y Francisco Morán Cruz. Con paisajes de todos los estilos y facturas,
predominando los clásicos.
SÓLO UNA PINTORA
Pero
aquí tengo que dar un toque a Mª Teresa Rodríguez Prieto, conservadora
del Museo, prologuista del catálogo y responsable de la muestra: de las
20 obras expuestas, sólo una corresponde a una señora, el resto es cosa
de hombres. ¿Será posible? Se llama, recordemos, Josefa Casillas Casco,
y presenta una obra titulada "El sol sale para todos", sin fecha, óleo
sobre lienzo, con el 16 de número de orden.
Pues yo, que la pintora, le cambiaba ipso facto de nombre y le pondría éste: "El sol no sale para todos", nos'ha jodío. O, mejor, este otro: "El sol sale más
para unos que para otros". Doña María Teresa, conservadora mía, ¿por
qué no "conserva" más a las artistas de su género, que estamos en pleno
siglo XXI?
ESTHER MERINO
Menos
mal que la segunda parte, con la actuación estelar de Esther Merino y
su conjunto, lo de la discriminación paisajística se olvidó, y el
personal pudo disfrutar de una amena velada. Y nos apalancamos en el
jardín del Museo, que, a pesar del fresquito, estaba lleno hasta la
bandera. Primero intervino el sobrio, pero eficaz, Román Hernández
Nieves, director del Museo, que introdujo el acto, pasando a
continuación Inma Bonilla, diputada de Cultura y Acción Ciudadana, a
leer un manifiesto, titulado "Los Museos, agentes del cambio social y
del desarrollo". Acto conmemorativo que, originario de 1977, se celebra
hoy día en más de 20.000 Instituciones museísticas, pertenecientes a
más de 70 países del mundo mundial.
Los presentes, a quienes acompañaba Paco Muñoz, director del Área de
Cultura de la Diputación, darían paso a Esther Merino y sus mariachis,
que lo bordaron. En un concierto donde Esther, una pacense de San
Roque, casi ná, demostró por qué va para reina de la copla española por
estos pagos. Y con voz poderosa y desgarrada, dominando todos los
registros, un prodigio de criatura, vamos, se quedaría con el personal,
tocando casi todos los palos: malagueñas, jaleos, tangos extremeños,
soleares, fandangos, bulerías, etc. Con el público entregado,
ovacionando sus intervenciones. ¡Qué poderío! ¡Qué arte! ¡Cómo canta la
moza! ¡Esto no se puede aguantar! ¡Olé tu estampa! ¡Bravo, Esther!
¡Viva la madre que te parió! Éstas y veinte exclamaciones del mismo
atenor se pudieron escuchar en el Jardín del Bellas Artes, la noche de
los Museos.
Al final, después de sus siete intervenciones, el público, puesto en
pie, despediría con una prolongada ovación a Esther y su gente, una
palmera, un guitarrista, un percusionista, un flautista y un mezclador de sonido. Y el
Jardín de marras, a punto de hundirse, sin que entraran excavadoras ni
nada, ahora que se van a hacer obras para ampliar el Museo, obras que
se retrasarán "por causas ajenas a la Diputación", dijeron los notas al
principio.
ESTHER Y CARLOS
Y
a la salida, mientras nos solazamos la patronal y este escribiente con
la Exposición paisajística del 19+1, que saludamos a la guapa moza de
San Roque, muy joven ella, sólo 24 tacos, uno menos en Canarias, que
iba acompañada de un tal Carlos, el maromo que la camela, además de
llevarle la maleta, claro.
Con tiempo de decirnos que, gracias a unas becas de la Diputación,
estuvo estudiando en una Academia de Sevilla, con los mejores cantaores
flamencos del momento. Y que ahora, además de dar recitales, como el de
esa noche, se dedica a impartir clases de cante flamenco por varios
pueblos de la provincia. Y te dice que tiene un disco a disposición de
sus admiradores, que en Badajoz son legión. Y que ese disco lo venden
en la Librería de la Diputación, en la calle del Obispo. Y, antes de la
despedida, toma, ahí va una foto mía de recuerdo, con mi dirección de
correo electrónico y mis teléfonos. Para lo que gustéis.
¡Esther Merino, la dama pacense de la copla! ¡Ha sido un placer!