Con el López abarrotado de público, rodeado de amigos, colegas y gente
variopinta de la cultura pacense, Miguel Murillo (M2) estrenó el pasado día 19 su obra Y sin embargo te quiero.
Dirigida por Antonio Corencia y con Ángeles Martín y Alejandra Torray
en los papeles estelares, supone una lúcida reflexión sobre las dos
Españas machadianas que nos helaron el corazón en la guerra civil.
Ambientada en los finales de los 70 y principios de los 80, la época de
la Transición, cuarenta años después del conflicto fratricida, cuenta,
como en un túnel del tiempo, las vicisitudes de dos representantes
femeninas de las dos Españas: Rosa (Alejandra Torray), de familia
acomodada, miembro de los sectores con más cultura, poder y dinero de
la época, y Ana (Ángeles Martín), sirvienta de la familia de aquélla,
perteneciente a las clases subalternas, modestas e iletradas.
Difícil ejercicio el de estas
dos actrices solas, que supieron sacar adelante gracias a su oficio
dramático, con la ayuda, todo hay que decirlo, de una dirección
acertada, una ambientación apropiada, un decorado sobrio pero altamente
simbólico --esa magnífica pajarera, esas celosías, esa mecedora...--,
un vestuario perfectamente ajustado a la época y unos efectos
especiales de impresión. De película de las caras. Todo ello, ilustrado
con canciones de guerra de ambos bandos y piezas musicales de la
canción española de la posguerra, cantadas por Arabia
Martín. En un único escenario, ambientado en la Casa Grande, en el
extrarradio de una ciudad de provincias, como pudiera ser Badajoz.
Después de diversas vicisitudes, el abrazo final de las dos
protagonistas, simbolizando la reconciliación de las dos Españas,
las de Machado y M2, mientras caía el telón, hizo que el público, puesto en pie, lo subrayara con una larga
y cálida ovación.
DETALLES
Lástima que el bajísimo volumen del equipo de sonido del
Teatro me impidiera seguir todos los diálogos con regularidad. Así y
todo, por las reacciones y comentarios del público, la obra resultó un
éxito, que deberá reverdecer según vengan las nuevas representaciones.
En
cuanto al trabajo de las dos actrices, Ana (Ángeles Martín) estuvo
realmente soberbia y Rosa (Alejandra Torray) no le anduvo a la zaga.
Al
final, ovaciones de gala para toda la compañía, su director, Antonio
Corencia, que saludaron no sé cuántas veces. Y, ¡cómo no!, Miguel
Murillo, el autor, sería invitado a subir, a compartir el éxito,
recibiendo otra ovación de gala. Emocionado y con la garganta hecha
polvo de los días previos, M2 no pudo articular palabra, haciendo mutis
entre otra salva de aplausos, con el Teatro puesto en pie. Enhorabuena, M2 y compañía.