Manuel Godoy se arrimaba a los personajes de valía y los exaltaba.
Francisco de Goya le debe su nombramiento como pintor de Cámara y,
según cita Bullón de Mendoza en su estudio sobre el “Príncipe de la
Paz”, “... Adquiriéndole numerosos lienzos, entre ellos dos de los más
famosos: La Maja Desnuda y La Maja Vestida, los que Lafuente Ferrari
se inclina a considerar como encargos personales suyos”.
Otros
protegidos fueron el escritor Juan Pablo Forner, al que Godoy nombró
fiscal del Consejo de Castilla, Juan Meléndez Valdés y el más crítico
autor de comedias, Leandro Fernández Moratín.
Aunque algunos
intelectuales habían tenido roces con la Inquisición por sus escritos
en materia religiosa, se enfrentó al alto y todopoderoso Tribunal sin
vacilaciones, como en la causa formada contra el profesor de la
Universidad de Salamanca, D. Ramón de Salas.
En
materia de Hacienda, Godoy hizo recaer el peso de las medidas fiscales
sobre los altos funcionarios y empleados, que disfrutaban de altísimas
retribuciones, que fueron gravadas con un impuesto del 4%, y suprimió
sueldos a los que tenían más de uno. Ahí fue a parar el coste de las
guerras, sin que la inevitable imposición fiscal recayera sobre el
pueblo menos favorecido, extremo que nos hace reflexionar sobre el
impacto que tendría una medida similar en nuestro momento.
El
sistema recaudatorio precisaba una nueva estructura. Godoy estudió y
diseñó un sistema de impuestos que aún parecen revolucionarios, como
“una contribución extraordinaria y temporal que se impuso sobre las
rentas que proviniesen de arrendamientos de fincas rústicas y
urbanas, censos, derechos reales y jurisdiccionales, etc. Por este
impuesto se debía pagar un 6% de las cantidades percibidas por
arrendamientos de tierras, quedando exentos de abonarlas los
propietarios que las cultivasen directamente, y un 4% sobre las rentas
procedentes de propiedades urbanas alquiladas”.
El Conde de Aranda,
en pleno Consejo de Estado, cuestionó la capacidad de Manuel Godoy,
echándole en cara su juventud, respondiéndole el Ministro: “... es
cierto que tengo 25 años, pero trabajo catorce horas diarias, cosa que
nadie ha hecho, duermo cuatro y, fuera de las de comer, no dejo de
atender a cuanto ocurre” (véase Historia de Carlos IV, de Andrés
Muriel. Madrid, 1851); igualmente se crea un impuesto del 15% “sobre
todos los bienes raíces y derechos reales que adquieran las llamadas
manos muertas, propiedades que se incorporaban a los mayorazgos y
dominios eclesiásticos, por el lucro cesante que padece el público por
el destino de estos bienes (Alfonso Bullón de Mendoza cita las Reales
Cédulas de 8 de Septiembre de 1794 y 30 de Junio de 1795).
En al aspecto educativo, las acciones de Godoy son numerosas y de calado, cuyos efectos trascienden a la actualidad.
Detectada
la necesidad imperiosa de una Escuela de Veterinaria, el propio Godoy
se refiere a ella en sus “Memorias “, definiendo la necesidad de una
escuela fundamental y normal instalada en los terrenos y casas a la
derecha de la Puerta de Recoletos, de Madrid, con una misión
fundamental, aparte de las enseñanzas correspondientes: la de acudir a
cualquier punto de España donde se produjeran enfermedades epidémicas
y endémicas en los ganados.
De la Veterinaria, Godoy saltó a la
Medicina, al crear en 1795 dos Centros importantes, como el Real
Colegio de Medicina de Madrid y el Real Estudio de Medicina Práctico-
Clínica, agregando, además, un Hospital que precisaba el Colegio de San
Carlos.
Faltan
en España textos de medicina y a su interés se deben las traducciones
de famosas obras extranjeras sobre Medicina y Farmacia, labor que
completa con el pensionado por toda Europa de los más destacados
valores españoles.
Continúa con la creación del Cuerpo de
Ingenieros Cosmógrafos del Estado y el Observatorio Astronómico, más
un taller de instrumentos astronómicos y una escuela pública para la
enseñanza de esta ciencia, entidades que comienzan sus trabajos el 19
de Agosto de 1796, dos años antes de su primera caída.
Tanto
la Arqueología como las Bellas Artes y sus especialidades fueron
objeto de su atención. Las excavaciones en Cabeza del Griego (Cuenca),
que pusieron al descubierto las ruinas de Ercavica, y la actividad de
Calcografía Real, con la cual se implementó la Escuela de Bellas Artes,
resultaron acciones importantes dentro de un contexto cultural
innovador.
Sin
embargo, donde se aprecia la sensibilidad social del político es en
la creación de la Escuela de Sordomudos, “...ninguna puerta estaba
abierta para la educación de estos desgraciados, que atravesaban hasta
el fin los años de su vida sin ninguna formación religiosa ni cultural
..." (Memorias de Godoy). Una noche, hablando con Carlos IV --es
conocido que el monarca no siempre aceptaba las propuestas de su
ministro-- consiguió que al día siguiente fuera promulgado el decreto
de erección de una Escuela “... esta real y gratuita fue establecida
sin demora en el Colegio de Avapiés" (Memorias de Godoy ). Dada la
importancia de su labor, pronto fue urgente inaugurar otra en
Barcelona. La política social de Godoy prosigue con la Real Cédula de
1794, de 20 de Enero, en protección de los expósitos, hasta ese
momento privados de derechos civiles y se dispuso “...que todos los
expósitos de ambos sexos que hayan sido expuestos en las inclusas, como
en cualquier otro paraje, sean tenidos por legítimos para todos los
efectos civiles, generalmente y sin excepción”.
Extremadura recibió importantes apoyos derivados de la política de
Godoy, principalmente en lo concerniente a la Agricultura. El paso del
ganado trashumante había generado un grave problema, al propiciar la
ocupación indebida de inmensos territorios. Extremadura era una de las
regiones más afectadas desde hacía siglos. Tan extrema era la situación
en la España de Carlos IV que toda la región y sus recursos estaban
bordeando la quiebra por causa de este problema, definitivamente
zanjado por el Real Decreto de 24 de Mayo de 1793: “ ...después de
tanto tiempo y de tantos pleitos ruidosos, la Extremadura fue
restituida en todos sus derechos..., se mandaron deslindar las
pertenencias de los ganaderos que se encontraron ser auténticas, con
arreglo a la antigua Ley de Felipe II, expedida en Badajoz, y todo lo
demás que había inculto fue mandado repartir los que descuajasen los
terrenos, con exención de pagar diezmos durante diez años" (Memorias
de Godoy).
Mención
y estudio aparte --que dejamos para otra ocasión-- merece la
repercusión de la política de Godoy en tierras americanas,
concretamente en Méjico. Ocasión es de decir y escribir que Godoy,
igual que tuvo detractores, tuvo también defensores de su causa que no
cejaron en pedir que se cerrara la herida abierta por Fernando VII, al
formarle una causa que jamás demostró nada y que concluyó con una
restitución de su honra y cargos, a pesar de que la cuestión económica
no se resolvió antes de la muerte de Godoy, que no se atrevió a volver
a España.
José Rabanal Santander
Escritor
peperabanal@yahoo.es