22 de Abril, 2008
Los Otros, ante la cámara de José Antonio de Lamadrid
Entre las muchas Exposiciones que pueden verse en el MEIAC, hay una, recientemente inaugurada, que recomiendo. Se trata de Los Otros,
antología de 42 grandes fotografías (50x70 cms., impresión lambda,
papel endura, RC sobre dibond), a todo color, del sevillano José
Antonio de Lamadrid, comisariada por Matgarita Aizpuru, que trata sobre
la vida y milagros de las minorías cristiana, musulmana y judía en tres
países mediterráneos. Vistas "con una actitud desprejuiciada, abierta,
laica y agnóstica a esos "otros", que históricamente han sido
protagonistas, dentro de nuestro contexto, de una amplia época de
riqueza, amplitud y heterogeneidad cultural, en una sociedad de
coexistencia pacífica y que, por desgracia, en nuestra historia
contemporánea protagonizan, y hasta ahora mismo, a principios del
tercer milenio de nuestra civilización occidental, convulsiones y
confrontaciones religiosas, culturales y étnicas en distintos puntos de
las diferentes geografías", leemos en la papela explicativa que nos dan. Ahora
que vivimos el mundo de la globalización, con un planeta casi sin
barreras, es digno de estudio los comportamientos y las vivencias de
determinadas minorías étnicas y religiosas que viven enquistadas en
comunidades muy diferentes a las suyas. Como son los casos de la
minoría magrebí en España, preferentemente marroquí, con muestras
tomadas en Talayuela (Cáceres) y Almendralejo (Badajoz). Y de la
minoría judía que aún permanece en Casablanca (Marruecos),
perfectamente adaptada a su entorno, por cierto. Como de las pocas comunidades
cristianas que residen en Estambul (Turquía), el país más laico,
políticamente hablando, del mundo musulmán, donde el 99 % de su
población profesa esta religión. Y en estas fotos tenemos ocasión de
conocer sus vidas cotidianas, sus rituales festivos, sus muestras de
alegría y de dolor, sus celebraciones religiosas, su gastronomía, sus sistemas de educación, sus trabajos...
QUE HABLEN LAS FOTOGRAFÍAS En
el acto de apertura, celebrado el pasado día 11, hablaron el director
del Museo, Antonio Franco, Antonio Cáceres, de la Fundación CajaSol,
colaboradora del proyecto, y Margarita Aizpuru, la comisaria. Menos el
autor, que estaba presente, un tipo tímido que no gusta de este tipo de
parafernalias. Que hablen los demás, que él lo hace con sus
fotografías, me vino a decir un poco después el tal de Lamadrid, fotógrafo
sevillano de 45 años, uno menos en Canarias, pero con una larga
trayectoria profesional de dos décadas a sus espaldas. Como, también,
que se va a editar un libro que va más allá del concepto de Catálogo,
con la aportación de las reflexiones de intelectuales y expertos en
cada uno de los colectivos de las tres culturas, cristiana, musulmana y
judía, además de incorporar un texto de la propia comisaria y los
trabajos fotográficos del autor de las fotografías que componen esta
muestra. Estaremos al tanto, don José Antonio, y espero de sus buenos oficios. Exposición de obligada visita. Pero, antes, podéis contemplarla tranquilamente en casita, entrando en su web: http:www//delamadrid.com.
Enhorabuena a José Antonio, uno que se apellida de Lamadrid, pero no, que es de Sevilla. Casi ná.
Epístola a Antonio García Salas
Querido Antonio:
Muchas gracias por las frases elogiosas que me dedicas a mí y a la
Asociación Amigos de Badajoz al comienzo de tu comentario, aunque
lamento no estar de acuerdo contigo en las cuestiones que planteas. El tono que empleas en tu aportación es, desde luego, una invitación al debate sosegado y constructivo.
Entre otras cosas me dices: “...tenéis que estar tranquilos, que todo
el que no quiere ahora que se tire el Cubo, no es cómplice de que se
hayan tirado las murallas o que se halla construido el edificio de los
Sindicatos en su lugar…”. No se trata de eso. Te falta perspectiva en
el tiempo.
Estarás de acuerdo conmigo en que el Patrimonio histórico de Badajoz
ha sido muy maltratado durante muchas décadas, casi siempre con la
disculpa de un interés social supuestamente superior a la pervivencia
de nuestro Patrimonio, como si éste, en muchos casos, era algo que
estorbaba para el desarrollo y cuando lo que realmente se ponía de
manifiesto, una y otra vez, era la falta de imaginación y de respeto,
muy lamentable, a nuestros monumentos.
Un paseo por nuestra ciudad de cualquier turista interesado por la
historia y monumentos de las ciudades, que cada día son más (porque
nosotros, los que vivimos aquí parece que ya estamos “curados de
espanto”), sin duda echa de menos todos los lienzos de las murallas del
baluarte de San Juan, arrasadas por completo, el de San José,
incomprensiblemente encorsetado con una edificación tan prosaica como
una Comisaría de Policía, y el San Roque, con un Palacio de Congresos
que, en opinión de muchos, es una obra ilegal, que no ha tenido ningún
pronunciamiento judicial porque, sencillamente, no se ha planteado ante
la Jurisdicción competente y que se llevó por delante, además, el
camino de ronda, banquetas, etc.
Y qué decir de los fuertes exteriores: el de San Cristóbal, esa joya de
la ingeniería militar del siglo XVII, construcción paradigmática,
respecto de la que todos los especialistas coinciden en que reúne los
requisitos técnicos más avanzados de su tiempo, está siendo pasto de la
desidia y del abandono. Es incontable el número de promesas de
rehabilitación y puesta en valor que se han lanzado, pero ninguna se
lleva a la práctica; el de Pardaleras fue totalmente demolido para, en
su lugar, construir primero una cárcel, y más tarde, convertir ésta en
un Museo, ¿no se pudo poner todo esto en este o en otro sitio?, y del de
la Picuriña quedan muy pequeños vestigios. El Revellín de San Roque, igualmente abandonado, pidiendo a gritos su puesta en valor.
En esta ciudad siempre ha sido recurrente hacer viviendas y obras
públicas en la zona abaluartada, ocupando muchas veces, de manera
innecesaria, espacio perteneciente al Patrimonio histórico,
“comiéndoselo materialmente”, por ej.: las llamadas “viviendas rosa”,
la Escuela de San José, el Instituto de Castelar, etc., etc., cuando nos
encontramos en una ciudad que no tiene ningún problema para liberar
terreno rústico y convertirlo en edificable, previa planificación
urbanística seria. No ocurre igual en otras ciudades, como por ej.
Bilbao, agobiado entre montañas, donde es muy complicada su expansión.
Nosotros estamos rodeados hasta el horizonte de llanura. No tenemos más
prominencia que nuestro Cerro de la Muela. Podíamos seguir, pero no voy a extenderme más en este sentido.
Lo último, como todos sabemos, ha sido las obras de la Facultad de
Biblioteconomía y Documentación, respecto de las cuales no es que no se
hayan “seguido los trámites como debieran”, pues si fuera cosa de
trámites serian subsanables, y aquí no pasa nada. Lo que ocurre es que
se ha vulnerado de manera grave la Ley, la misma cuyo cumplimiento se
exige con rigor al ciudadano de a pie, y la que debe ser respetada
escrupulosamente por las Administraciones Públicas, mucho más cuando se
invierte dinero público.
Hay una sóla forma de entender, con eficacia, la defensa del
Patrimonio: enfrentándose a los hechos y llegar hasta el final, para
conseguir de una vez por todas que tales hechos no queden, una vez más,
impunes. Las Administraciones Públicas tienen constitucionalmente la
obligación de acatar las decisiones judiciales, para eso está la
Jurisdicción Contencioso Administrativa, que es el único camino cuando
la obstinación demostrada tanto por el Ayuntamiento como por la Junta
no han dejado otro. Y no debemos rasgarnos las vestiduras por ello.
Acatar las decisiones judiciales y recurrir aquéllas que entendamos son
recurribles debe ser algo natural, que hasta que no sepamos admitirlo
es que no somos conscientes de la grandeza de la democracia. Ya pasó
felizmente el tiempo aquel en que imperaba la “unidad de poder” o, lo
que es lo mismo, no había separación ni equilibrio de poderes.
La otra forma, la de mirar para otro lado, la de lamentarnos, la de
decir que no se puede hacer nada, en definitiva, la actitud pasiva, de
alguna manera, es cómplice. No vale decir que “nosotros sí queremos a
la ciudad”, hay que demostrarlo de manera activa y no pasiva. En este
caso entiendo que hay que aplicar el bisturí, aunque nos duela, y digo
que nos duela porque a mí también me duele, pero es la única manera de
dar un escarmiento a las Administraciones, cuyos responsables se
sienten blindados, para que sirva como “aviso de navegantes”, como
catarsis o como quieras llamarlo. Muchas veces la “intervenciones
quirúrgicas” son saludables a la larga.
Son mucho más los que nos piden que no les defraudemos, que sigamos
adelante, que los que nos dicen lo contrario, aunque estos hagan más
ruido.
No estás bien informado si dices que nos oponemos a todo. Te pondré sólo algunos ejemplos, por no ser demasiado prolijo. En la Plaza de España nunca nos opusimos a las obras, tan solo pedimos
la excavación a fondo de los restos de la necrópolis islámica que
aparecieron.
Respecto al paseo de San Francisco, tampoco nos opusimos a su
rehabilitación, sí a un proyecto inicial que no respondía a la imagen
que todos teníamos de él, e hicimos todas las gestiones y actuaciones a
nuestro alcance para que la rehabilitación fuera lo más parecida al
paseo original, lo que se consiguió finalmente y mereció el beneplácito
de los ciudadanos.
En cuanto al Bárbara, la propia Comisión Provincial de Patrimonio reconoció en una de sus sesiones que había errores. Por lo que concierne al Museo de Bellas Artes, decirte que el
Ayuntamiento ha reconocido que el proyecto de la Diputación no se
ajusta a la legalidad.
De las obras en el Baluarte de Santiago, sólo nos opusimos al tratamiento que se le dio a los restos arqueológicos encontrados. Y, así, podíamos continuar llenado folios.
De todo esto y muchas más cosas puedo darte información más detallada.
Saludos.
Manuel Márquez Martín manuel.marquez41@yahoo.es
Antonio G. Cañamero, la pasión por la pintura
Ya
es una suerte tener a un clásico delante, vivito y coleando, y
enrollarte con él, como el caso de Antonio Gallego Cañamero, el pintor
de Don Benito, nacido en 1936. Con 71 años, muy bien llevados, por
cierto, que hace dos semanas inauguraba una antológica de su obra en el
Museo de Bellas Artes de Badajoz.
Y con las salas de la
pinacoteca pacense llenitas de público, que no cabía un alfiler. Y eso
que hacía una noche de perros, horrible. Pero, mira por dónde, la
lluvia cejaría durante el acto, donde el prolífico pintor se vio
rodeado del calor de los suyos, su familia, sus paisanos y una legión
de amigos y colegas que quisieron homenajearle con su presencia.
Y
entre los notables, la Diputación en pleno, con su presidente, Valentín
Cortés, el
consejero de Agricultura y Desarrollo Rural y anterior presidente de la
Institución, Juan María Vázquez, la diputada de Cultura y Acción
Ciudadana, Inmaculada Bonilla, el director del Área de Cultura, Paco
Muñoz, y el
comisario de la muestra y director del Museo, Román
Hernández, entre otros.
En la presentación, hubo flores y
palabras de admiración y cariño para el tal Cañamero, que lo
agradecería en su intervención. Donde expondría que la obra expuesta
abarca medio siglo de su vida, concretamente, de 1958 a 2007.
Exponiendo su evolución, de los retratos familiares, en la escuela del
mejor realismo, al paisaje, pasando por la tauromaquia. Y todo ello,
sin papeles, que mi Cañamero tiene una excelente memoria. Figura
inconfundible la suya, de baja estatura, ojos pequeños pero vivarachos
y cabellera, bigote y barba pobladas. La figura de un hombre familiar,
sencillo, querido por todos. Un hombre bueno, en suma.
UN AUTOR VIVO Esta Exposición constituye un homenaje en vida del Museo
pacense a uno de los paisajistas más conocidos de la Región, comenzando
con una serie de retratos familiares, entre los que se encuentran,
además de algunos autorretratos, imágenes de sus padres y abuela, de su
esposa y de sus tres hijas. También se exhiben bodegones y algunas
escenas interiores y callejeras, en buena parte inspiradas en un viaje
del pintor a la India.
Pero la mayor parte de su producción artística son paisajes.
Cañamero destaca fundamentalmente por su interpretación del paisaje
extremeño, esas enormes planicies cerealistas, inmensas panorámicas sin
nadie ni nada en qué distraer la vista, en las que domina la
tranquilidad y el silencio. Cuadros, cuya sóla contemplación basta para
encontrar la paz y el sosiego, tan caros en la vida postmoderna.
Escenas que, por otra parte, el artista contrapone con otras
imaginadas, oníricas, y en las que refleja la desolación y degradación
que el hombre causa en el medio ambiente.
En esta retrospectiva también se exhibe una serie sobre
tauromaquia, cuadros en los que el pintor de Don Benito realza la
bravura del animal, la nobleza de los caballos y el esfuerzo del
picador. EL CÓCTEL Terminado
el ritual de apertura, la gente se dispersó por las salas para
disfrutar con la obra cañameriana. Y como la lluvia hizo mutis por el
foro, afortunadamente, aprovechamos los presentes para tomarnos una
copichuela --cóctel, que dicen los pijos-- en el jardín del Museo,
servida como Dios manda por el ilustre Marqués de Catering-31, don
Gonzalo Guijarro Merelles, Real Proveedor de Guateques, Saraos y
Fiestorros del Reino de Badajoz y alrededores. Con lo mejor del ibérico
y los quesos de estas tierras, además de otras galanuras gastronómicas,
que hicieron las delicias del personal. Y con un vino estupendo, un
Peña del Valle, uvas syrah (50 %), cabernet-sauvignon (25) y
tempranillo (25), un tinto envejecido en roble durante seis meses, un riberadelguadiana de las acreditadas Bodegas Peña del Valle, de Almendralejo. A. R., naturalmente.
Pero
lo bueno vino cuando, entre tapa por aquí y copichuela por allá,
entablé conversación con el maestro. Y al preguntarle sobre cómo le va
la vida, su aspecto envidiable y tal, que va Cañamero y me responde: --Pues sí, juego al tenis, hago deporte todos los días. --¡¡¡¡¡ --Pero no estoy contento con lo que he hecho. --¡¡¡¡¡¡¡¡ --Tengo que evolucionar todavía más. --¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ --Y es que mis manos no siguen a mi mente. --¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
EJEMPLO PARA LOS JÓVENES ¡Increíble,
colegas! Un pintor consagrado como él, de 71 tacos, que hace los 72 en
junio, buscando nuevos caminos, que todavía le quedan cosas por hacer.
Uno que ha ganado casi todo en el oficio, entre premios, galardones y
reconocimientos. ¡Qué hermoso ejemplo para las generaciones más
jóvenes! Para descubrirse, mire usted. Y qué suerte haberle tratado. Ha
sido un placer, don Antonio. Y que Dios le dé larga vida.
Por último, decir que la Exposición permanecerá
abierta hasta el
próximo día 31 de mayo.
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