8 de Noviembre, 2006Una pasada de libros y lectores en el Palacio de Congresos de Badajoz
Por El Avisador - 8 de Noviembre, 2006, 21:12, Categoría: General
Ayer, martes, concluía la segunda y última jornada del I Simposio Internacional de Universidades Lectoras
en Badajoz, con otra movida de impresión, aunque algo más relajada que
el día anterior. Y desde que se abrieron las puertas, los distintos
espacios del Palacio, enclavado en el histórico baluarte de San Roque,
se volverían a llenar de mil y una actividades: charlas, conferencias,
mesas redondas, encuentros con escritores y profesores, simposios
virtuales, exposiciones de libros y revistas, incluidos los escritos en
la hermosa lengua de Saramago, además de los talleres literarios, los
cuentacuentos para los pequeñuelos y el siempre atractivo tuneado de
libros. Y por allí irían apareciendo, guiados por sus solícitos
maestros y profesoras, tropecientos mil alumnos, desde preescolar a las
Medias, pasando por los de primaria. Y de todas las etnias habidas y
por haber, chinos, hispanoamericanos, norte y centroafricanos, etc.
¡Qué mogollón había a eso de las doce, la hora del recreo! Y en esto
que aparecieron ellos. ¿Que quiénes son ellos? ¡Quienes van a ser!, los
de Aspaceba, que repetían visita con una cuadrilla de mozuelos y señoritas
de buen ver, con sus carritos y todo, al mando de una tal Berta y un
tal Víctor. Y, claro, con sus monitores, logopedas y auxiliares de
fieles escoltas. Y allá que se fueron a la terraza atrincherada del
vestíbulo, junto a los libros por tunear, y aquello fue una fiesta
libresca como pocas se han visto. Y venga a coger libros, a retocar sus
páginas con lápices y rotuladores de colores, a personalizarlos, que
dicen los sabihondos, y a la bolsa, que éste me lo quedo. Y ése,
también. Y aquél otro, pásamelo, que lo voy a quedar chuli. Y, entre
tanto, vengan fotos y sonrisas. Y Berta, con su inseparable bolsa,
repartiendo caramelos con cuentagotas a quien ella sabe. Y Víctor y
demás colegas, curioseando por todas partes, saludando a diestro y
siniestro con palmadas y abrazos que casi te quedan seco. Y el resto,
jugando con una imponente araña de mentirijilla que había en el
vestíbulo, capaz de asustar a cualquier desprevenido que cayera por el
lugar. Y Pedro jr., el logopeda, que se deja llevar por sus chicos y
chicas, que no lo dejan, que no. Y los de la organización, rendiditos
ante tanta efusión de voluntad por vivir con señorío, junto a los
demás, superando las propias dificultades físicas y psíquicas. Todo un
ejemplo el que dieron las verdaderas estrellas del Simposio. Pasaje para los sueños rotos, de Diego Fernández González
Por El Avisador - 8 de Noviembre, 2006, 16:03, Categoría: General
Cosme López
García, amigo, escritor y poeta apasionado, me manda una reseña de la
crítica que ha poco hiciera al reciente libro de su paisano Diego
Fernández González (Campanario, Badajoz, 1957), intitulado Pasaje para los sueños rotos.
El autor, profesor, pintor autodidacta, investigador y miembro de la
UBEx, del Fondo Cultural Valeria y de la Agrupación de Acuarelistas de
Extremadura, entre otras instituciones culturales extremeñas, responde
a la dirección de correo electrónico diego_piropo@hotmail.com. Los interesados-as en su obra ya saben dónde localizarle. ___________________________
Pasaje para los sueños rotos Poesía. 83 páginas. Junio del 2006. Excma. Diputación de Badajoz LA FUERZA DE LA POESÍA O LA FRAGILIDAD DE LOS SUEÑOS
EN 1962, el poeta social Gabriel Celaya, dejó escrito que "La Poesía es un arma cargada de futuro". El
tiempo ha dado la razón al maestro y, hoy nos encontramos con ediciones
de libros donde aquel futuro género poético ha llegado o, al menos,
estamos viviendo un presente bastante fructífero en cuanto a
publicación de obras poéticas. La excelente calidad de un amplio cartel
de poetas, no hacen sino avalar que lo de componer versos ya no es de
minorías y, cada vez más, los lectores sentimos la necesidad de
emocionarnos con la comunicación tan sincera que nos ofrece la Poesía.
Pasaje para los sueños rotos, es un buen ejemplo de lo dicho anteriormente. Su autor, Diego Fernández González, más conocido por el entrañable apodo “Piropo”
que no heterónimo, ¿es un poeta o un pintor? En realidad, se trata de
un pintor que pinta y colorea a la Poesía, o también, un poeta que
escribe tintando y tentando a la Pintura. Así lo comprobamos en estos sueños rotos,
donde las ilustraciones del propio “Piropo” están estrechamente ligadas
a sus poemas y viceversa. La poesía y los óleos de Diego, son sencillos
trazos –y trozos– de la vida, pero de tal sencillez, resulta
machadianamente muy difícil su escritura y complicado el manejo tan
ejemplar de los pinceles.
Diego
ama a nuestra tierra, Extremadura y, aún más, concretamente al pueblo
que le vio nacer, nuestro Campanario y sus alrededores, pero no se
queda “deslumbrado” con el paisaje y paisanaje, sino que, a través de
sus raíces y el conocimiento de lo vivido en su entorno, enciende una
tenue luz para no caer en ese “deslumbramiento”. Así consigue ir más
lejos de la simple anécdota rural, escribiendo poemas cargados de
realidad, esta realidad que vivimos a la fuerza, queramos o no. Porque,
¿quién se atreve a decir que el mundo está bien hecho? “Piropo”
denuncia con versos de sable, pero lo hace y lo dice desde la ternura y
belleza de la auténtica Poesía, que también grita las injusticias o el
cinismo de la sociedad actual: la calidad de vida, el
asfalto, las pateras y los “sin papeles”, las prisas, las tarjetas de
crédito, la cotidianidad con los problemas que tanto nos abruman detrás
de la barra de un bar, la desconfianza y el desconocimiento del vecino,
los vagabundos dormidos en sus cartones por supuesto reciclados, la
clasificación de los cubos de basura, las incruentas guerras y, al
final, esperando el cementerio, la tumba pagada también a plazos. Esto y mucho más, escribe Diego y, ¿no es lo que entre todos hemos creado?
La
asonancia de las rimas, hace que, la mayoría de los poemas, alcancen
una armónica musicalidad que, sin duda, convertirían muchas de estas
estrofas en auténticas canciones de autor, sólo hace falta que algún
compositor haga los arreglos musicales. Esto es así, porque “Piropo” es
un poeta que cuida mucho la belleza formal de la rima, la estrofa, el
soneto incluso y, lo más importante, rectifica, pule y lima cuanto
escribe; se nota cuando leemos cualquiera de sus poemas. Además,
nuestro autor aporta un lenguaje bellísimo donde la palabra rodeada de
palabras, va casando con fluidez y coherencia, tachando y tirando
aquello que pueda ensuciar el poema. El resultado, es como la “rosa
juanramoniana”, que no se la puede “tocar” más porque así es.
Lógicamente, dentro de las aguas cristalinas de esta poética pura, nos
encontramos con los seis pilares básicos de la verdadera Poesía y que
son, por este orden: conocimiento, comunión, transcripción,
comunicación, emoción y finalmente, compromiso.
Ese
lenguaje armónico y bellísimo antes aludido, también es el producto de
muchas y grandes lecturas que ha llevado a nuestro poeta a interesarse
por conocer más a fondo el Diccionario de la R.A.E., haciendo uso de
palabras como atrezzo, anuencia, intonsas, pecientes, agua
de Estigia, exfoliar, tramoyistas, caninez, convoyes, réquienes, mil
ojos de Indra, abluciones, arrocinada, zupia y pebetero. Palabras
cultas, no cultismos que para nada entorpecen la lectura y comprensión
de la obra, sino todo lo contrario, los poemas son enriquecidos ganando
en intensidad verbal, dotándolos de una fuerza imprescindible si
queremos leer poesía original. Esta es la palabra, originalidad, algo
único, no dicho antes por nadie y que define la manera de escribir de
un poeta auténtico, lo que llamamos estilo literario propio y que,
Diego “Piropo” posee, circunstancia que numerosos jurados han tenido en
cuenta a la hora de premiarle en varias ocasiones y en distintos
lugares de nuestra geografía.
La presentación de este libro, corre a cargo del gran poeta y buena persona, Tomás Chiscano Andújar,
quien escribe un Prólogo singular y mayúsculo, dentro de la
campechanidad que siempre caracteriza a este autor villanovense tan
querido y valorado en el panorama de la lírica extremeña. Contar con
sus palabras, es un gran acierto que el lector agradece.
Como apunta Chiscano en el Prólogo, el libro tiene cuatro partes. Todas tienen el elemento común de la denuncia, de la protesta, del desencanto y de la rabia.
Aunque bien es cierto, que al final, “Piropo” desea dejarnos con “un
buen sabor de boca” cantando al amor y a la esperanza, sabedor de que
el hombre los necesita y, para ello escribe el último poema que titula
“Camino”, donde con la paradoja de un VIVO EPITAFIO, nos dice: Mi corazón me late / y lo ofrezco en mis manos / con todas sus arterias vivas / al amor y a la esperanza.
Pasaje para los sueños rotos es
un libro lleno de metáforas, es “La fuerza de la Poesía o la fragilidad
de los sueños”, una elección que sin duda hace decantarnos por la
primera, por la fuerza de la metáfora, del verso aliado que siempre
velará para que nuestro mundo onírico nunca se rompa. Pasaje para los sueños rotos como
la gran metáfora de un teatro, donde nosotros mismos somos los actores
secundarios que, como marionetas o títeres de trapo, bailamos sobre la
cuerda floja de la vida.
Por
último, sólo nos resta decir que la impresión del libro es excelente y
sin lujos: sobrecubierta con solapas, portada plastificada con
ilustración en color y papel satinado de alta calidad. Es el resultado
de un gran trabajo muy bien hecho en los talleres gráficos de la Excma.
Diputación de Badajoz y, gracias al esfuerzo de la Concejalía de
Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Campanario que, con buen criterio y
entusiasmo, mueve los hilos para la publicación de magníficas obras
como ésta. Otros ayuntamientos deberían tomar y seguir el ejemplo.
Cosme López García
Badajoz, Octubre del 2006 En un lugar de Manhattan, de Els Joglars, hoy en Badajoz
Por El Avisador - 8 de Noviembre, 2006, 15:24, Categoría: General
Continúan las funciones de teatro y danza del 29º
Festival Internacional de la cosa en Badajoz y hoy repiten en el López
los esperpénticos y atípicos Els Joglars, con el genial Albert Boadella de director. El título de la obra es En un lugar de Manhattan.
Que recrea el fracaso de la quimera quijotesca y, ridiculizando las
pretensiones modernizadoras de este mito literario, denuncia la
incapacidad del mundo actual para reconocer en nuestro entorno las
virtudes y el espíritu de la obra cervantina. La diversión y la sonrisa
están aseguradas. |
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