1 de Noviembre, 2006Epitafios románticos en el Cementerio viejo de Badajoz
Por El Avisador - 1 de Noviembre, 2006, 2:15, Categoría: General
Llegó noviembre, el mes de las ánimas, con las fiestas de Todos los
Santos y Difuntos. Visita obligada a los camposantos locales para estar
más cerca, recordar y orar por nuestros difuntos. En estos días tan
especiales, las tumbas, los nichos y los panteones de nuestros dos
cementerios se nos muestran repletos de elementos religiosos y
decorativos, a veces barrocos y recargados: flores, miles de flores,
cirios encendidos, lámparas votivas, crucifijos, estampas e imágenes sagradas,
capillitas, angelotes, altares, fotografías de los difuntos en plenitud de la vida, con sus trajes de gala o de ceremonia... Y entre tantos signos vitalistas y
de efusión humana, que nos hablan de fe y esperanza en el más allá, la
muerte se nos aparece como oculta, enmascarada, vencida. Qué fue de tu candor, qué de tu risa; qué de tus gracias y filial encanto. Por qué, huracán de asoladora brisa sumid a tus padres en mortal quebranto, por qué fugaz tu sombra nos precisa a trocar la esperanza por el llanto? No eras tú nuestro amor, nuestra ventura? Pues por qué desapareces, criatura? (Víctima del cólera, 6-X-1834) Hurna triste de dolor...! Recibe ya los despojos de la luz de nuestros ojos... dulce encanto, tierno amor. (1848) Hija del corazón, cuán tierna fuiste, llevada de este valle al alto cielo. Para tu pobre madre, ay de mí, triste. Ya en el mundo no hai dicha ni consuelo. La tierra le sea leve. (1849) Ay, para siempre en tu sepulcro umbrío hundiose mi esperanza y mi alegría; y tan solo me queda en este día de la que el ser me diera el polvo frío. O, madre amada, si del pecho mío desde el cielo contemplas la agonía. Oye a tu hija que tu amor implora, mira a tu hija que en tu tumba llora. (1854) Deja flor encantadora que yo tu perfume guarde dentro del alma que llora. ¡Por qué nacer con la aurora para morir con la tarde! (1870) ¡Cuantos te conocieron te lloraron!
Tus ancianos padres, tu querido esposo y pequeños hijos te llorarán toda la vida. (1881) |
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