28 de Mayo, 2006Murió don Manuel Mantrana, antiguo capellán de la Cruz Roja
Por El Avisador - 28 de Mayo, 2006, 23:18, Categoría: General
Badajoz, tierra de entrañables capellanes --recuérdese a don Rafael
García, "don Rafaelito", del desaparecido Hospital Provincial--, ha
visto como moría uno de los últimos: don Manuel Mantrana Díaz, capellán
que fue del obispo de Badajoz don Doroteo Fernández y canónigo
beneficiario de la Catedral de Badajoz desde mediados de los 60 del
pasado siglo, hasta su jubilación en 1987. Y, como muchos pacenses
recordarán, capellán del antiguo Sanatorio de la Cruz Roja --hoy,
Clínica Los Naranjos--, donde los recién nacidos eran bautizados días
después por el mismísimo don Manuel. Como hizo con mi segundo hijo,
Pedro Javier. Rocío Jurado: Crónica de una muerte anunciada
Por El Avisador - 28 de Mayo, 2006, 18:40, Categoría: General
![]() Ahora que Mayo agoniza, a falta de tres días apenas para que llegue Junio, muchos españoles, entre los que me incluyo, estamos asistiendo, atónitos, a la crónica de una muerte anunciada: la de la simpar tonadillera Rocío Jurado --María del Rocío Trinidad Mohedano Jurado, Chipiona (Cádiz)--, una de las más grandes intérpretes que ha dado la canción española. Su vida y su voz parece que se apagan, rodeada de miles de flashes, noticias y reportajes en los medios del corazón, en la prensa del papel couché. Que no hay telediario en España que no arranque y cierre con noticias sobre su estado. Con decenas de periodistas y fotógrafos apostados en las cercanías de su casa madrileña. Y la gente, con morbo y delectación, pegada a los programas rosinegros de nuestras teles, siguiendo la evolución de su cáncer hepático al minuto, ahora en fase terminal. Que no hay asunto más trascendente que éste en España. Y al obsceno circo se han sumado todos los que no tienen cosas más importantes que hacer, como nuestra ínclita ministra de Cultura, haciendo de médico agorero sin que nadie se lo pidiera, que más le hubiera valido estar callada. ¡Vuelve la España cañí, la España de la charanga y la pandereta, la España folkórica, la del morbo y el chismorreo! ¡Ni que se estuviera muriendo la Reina de España, a quien Dios guarde! LOS OTROS Y, mientras, en el silencio de sus habitaciones o en el hospital más cercano, incontables españoles se está muriendo del mismo y terrible mal, sin ruidos ni alharacas, sin dar tres cuartos al pregonero. Entre el dolor y las lágrimas de sus más allegados, de sus familiares y amigos. Sólo entre cuatro paredes, esperando una muerte digna, sin airear al mundo mundial falsas esperanzas. Sin tener a los mass media a la puerta de sus casas. Son los otros. Gentes anónimas, casi desconocidas, que, de manera ejemplar están afrontando la llegada de la muerte, el final de sus vidas, rodeados de la paz, la tranquilidad y la cercanía de los suyos. Aires valencianos, aragoneses y extremeños en Santa Marina
Por El Avisador - 28 de Mayo, 2006, 10:03, Categoría: General
¡Adiós a las aulas!
Por El Avisador - 28 de Mayo, 2006, 8:53, Categoría: General
EL ÁGAPE El abajo firmante tuvo la suerte de sentarse en una mesa donde se encontraban viejos colegas, como Paco R. Doblas, Cipri Sánchez, Andrés Méndez, Antonio González, Ramón Flores y Rafael Carracedo, a quienes acompañaban las esposas de Cipri y Ramón. El menú estuvo exquisito, empezando con los clásicos aperitivos, canapés y frituras para seguir con concha de vieira rellena de marisco a la thermidor y pechuga de ave rellena de hongos y piñones con salsa de salvia. Y de postre, un milhojas relleno de crema de almendra. En cuanto a los vinos, dos viejos conocidos: un blanco joven Viña Telena, uva macabeo, un riberadelguadiana de las acreditadas Bodegas Exagravin, C. B., de Badajoz, y un tinto Viña Los Frailes, uvas cencibel y garnacha, un vinodelatierradeextremadura criado en barricas de roble, también de las mismas Bodegas. Bodegas que se encuentran ubicadas en la carretera de Olivenza, km. 8,400, pasados el Corazón de Jesús y la finca La Adelantada. Como el blanco estaba superior, pues me despaché a gusto, quedando como un señorito. Finalmente, los asistentes serían invitados a mover el esqueleto en la discoteca del Hotel y la fiesta duró unas cuantas horas más. La cosa lo merecía, pues, además del aire acondicionado, los refrescos y los cubatitas, en la calle, a esas horas --seis de la tarde, más o menos-- estaba cayendo una calima africana con los termómetros callejeros a punto de explotar: ¡39 grados en plena calle! MISA EN SAN JUAN DE RIBERA Con anterioridad hubo una misa de acción de gracias en la parroquia de San Juan de Ribera --y no en el convento de las Descalzas, como había avisado en su momento--, oficiada por el párroco, Antonio Muñoz Aldana, y el que fuera profesor de Religión del colegio, el veteranísimo Francisco Trabadela, estando realzada con la intervención del coro infantil del mismo. Y, como modesto homenaje en esta sección del Avisador, vaya aquí la transcripción de la Canción de homenaje al maestro, que los niños del coro dedicaron con todo entusiasmo a los maestros y maestras del colegio Juventud que ayer decían adiós a las aulas: Tú me enseñaste a volar
con alas de pajarillo cuando no era más que un niño, sin miedo a la libertad. No envejecerás jamás, amigo, hermano, maestro, siempre como un padre nuestro en boca de algún chaval. ESTRIBILLO: Te han robado el corazón los muchachos en la Escuela, ellos pasan, tú te quedas, algo de ti llevarán. Te han robado el corazón los muchachos de la Escuela, ellos pasan, tú te quedas, tú me enseñaste a volar. Tú decidiste volar dejando crecer a todos, cada cual tuvo a su modo su sueño de libertad. Nunca he podido olvidar aquella lección pequeña, cada cual es lo que sueña, sueñe un poco cada cual. Vas diciendo que alzarás el vuelo como un chiquillo, hermano, maestro, amigo, quédate un poquito más. Siempre tendrás un lugar en mi corazón de niño, compañero de camino, tú me enseñaste a volar. ¡Abuela, qué dientes tan grandes tienes!
Por El Avisador - 28 de Mayo, 2006, 0:45, Categoría: General
CAPERUCITA ROJA
Había
una vez una niñita en un pueblo, la más bonita que jamás se hubiera
visto; su madre estaba enloquecida con ella y su abuela mucho más
todavía. Esta buena mujer le había mandado hacer una caperucita roja y
le sentaba tanto que todos la llamaban Caperucita Roja.
Un día su madre, habiendo cocinado unas tortas, le dijo.
—Anda a ver cómo está tu abuela, pues me dicen que ha estado enferma; llévale una torta y este tarrito de mantequilla.
Caperucita
Roja partió en seguida a ver a su abuela que vivía en otro pueblo. Al
pasar por un bosque, se encontró con el compadre lobo, que tuvo muchas
ganas de comérsela, pero no se atrevió porque unos leñadores andaban
por ahí cerca. Él le preguntó a dónde iba. La pobre niña, que no sabía
que era peligroso detenerse a hablar con un lobo, le dijo:
—Voy a ver a mi abuela, y le llevo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le envía.
—¿Vive muy lejos?, le dijo el lobo.
—¡Oh, sí!, dijo Caperucita Roja, más allá del molino que se ve allá lejos, en la primera casita del pueblo.
—Pues
bien, dijo el lobo, yo también quiero ir a verla; yo iré por este
camino, y tú por aquél, y veremos quién llega primero.
El
lobo partió corriendo a toda velocidad por el camino que era más corto
y la niña se fue por el más largo entreteniéndose en coger avellanas,
en correr tras las mariposas y en hacer ramos con las florecillas que
encontraba. Poco tardó el lobo en llegar a casa de la abuela; golpea:
Toc, toc.
—¿Quién es?
—Es
su nieta, Caperucita Roja, dijo el lobo, disfrazando la voz, le traigo
una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le envía.
La cándida abuela, que estaba en cama porque no se sentía bien, le gritó:
—Tira la aldaba y el cerrojo caerá.
El
lobo tiró la aldaba, y la puerta se abrió. Se abalanzó sobre la buena
mujer y la devoró en un santiamén, pues hacía más de tres días que no
comía. En seguida cerró la puerta y fue a acostarse en el lecho de la
abuela, esperando a Caperucita Roja quien, un rato después, llegó a
golpear la puerta: Toc, toc.
—¿Quién es?
Caperucita Roja, al oír la ronca voz del lobo, primero se asustó, pero creyendo que su abuela estaba resfriada, contestó:
—Es su nieta, Caperucita Roja, le traigo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le envía.
El lobo le gritó, suavizando un poco la voz:
—Tira la aldaba y el cerrojo caerá.
Caperucita
Roja tiró la aldaba y la puerta se abrió. Viéndola entrar, el lobo le
dijo, mientras se escondía en la cama bajo la frazada:
—Deja la torta y el tarrito de mantequilla en la repisa y ven a acostarte conmigo.
Caperucita
Roja se desviste y se mete a la cama y quedó muy asombrada al ver la
forma de su abuela en camisa de dormir. Ella le dijo:
—Abuela, ¡qué brazos tan grandes tienes!
—Es para abrazarte mejor, hija mía.
—Abuela, ¡qué piernas tan grandes tienes!
—Es para correr mejor, hija mía.
Abuela, ¡qué orejas tan grandes tienes!
—Es para oír mejor, hija mía.
—Abuela, ¡que ojos tan grandes tienes!
—Es para ver mejor, hija mía.
—Abuela, ¡qué dientes tan grandes tienes!
—¡Para comerte mejor!
Y diciendo estas palabras, este lobo malo se abalanzó sobre Caperucita Roja y se la comió.
MORALEJA en especial las señoritas, bien hechas, amables y bonitas no deben a cualquiera oír con complacencia, y no resulta causa de extrañeza ver que muchas del lobo son la presa. Y digo el lobo, pues bajo su envoltura no todos son de igual calaña: Los hay con no poca maña, silenciosos, sin odio ni amargura, que en secreto, pacientes, con dulzura van a la siga de las damiselas hasta las casas y en las callejuelas; más, bien sabemos que los zalameros entre todos los lobos ¡ay! son los más fieros. |
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