Isidros en Tres Arroyos, 50 años después
Por El Avisador - 22 de Mayo, 2006, 21:42, Categoría: General
El pasado domingo se celebró en Badajoz, aunque con una semana de
retraso, la romería en honor de San Isidro Labrador, patrón de los
campos españoles y de las gentes con oficios y profesiones ligados al
campo y la cabaña. Todo un acontecimiento en la menuda historia local,
teniendo en cuenta que se cumplían 50 años justos de la primera romería
en los predios de Tres Arroyos (1956). Así que había que estar
presentes para celebrarlo festivamente y, de paso, contarlo. Con que,
en una mañana calurosa pero fresca a un tiempo, cogimos el morral y la
cámara y nos plantamos en un santiamén, carretera de Corte de Peleas
adelante, después de recorrer plácidamente los cinco kilómetros que nos
separaban de la Ermita. Poquísima circulación antes de las doce, sólo
caminantes llevando a cuestas macutos y bolsas, aparatos de música,
etc. Incluso vimos a un mozuelo llevando a rastras... ¡una nevera
portátil sobre un patinete! Todos estamos celebrando Iba
a seguir el poeta, que tenía otra larga poesía más que recitar, cuando
el hermano mayor le tiene que quitar el micro --de buenas maneras,
claro--, porque se iba a organizar la procesión y no había tiempo que
perder. Lo que aprovecho para hablar con don Andrés, felicitarle y
pedirle una copia de sus cantares.al cumplir el medio siglo fundándose en su Hermandad el patrón de San Isidro. Queremos estar junto a ti, queremos estar contigo, en la misa y procesión, todos juntos en el cortijo. Alrededor de la Ermita y por todo el encinar beben y bailan los mozos alegres en el lugar. ..................... LA PROCESIÓN Con un fresco que se agradecía, iniciaban el cortejo nueve caballistas, a los que seguía el espléndido estandarte --también con 50 años de historia--, rodeado de media docena de chiquininos y chiquininas vestidos al estilo tradicional. Y como la jornada era para recordarla, que tomo los nombres de la chavalería y allí estaban las más pequeñines, Silvia, de un año y medio y Lydia..., ¡una chinita de dos! ¡Qué monadas de criaturas, si no abultaban un palmo las dos! Y, claro, mis dos nieteceillas, Laura y Clara, que su abuela, la señá Pili, les había buscado en el arcón los antiguos trajes de fiesta que conserva la familia. Y, a continuación, en filas y en grupos, los de los Coros y Danzas, que no dejaron de cantar y bailar por el camino aires tan conocidos como El Fandango extremeño, La uva, El redoble, El triángulo, la Jota de Guadalupe, la Jota de la Siberia, Los piquitos, el Fandango de Alburquerque y tantas otras. Y, tras ellos, San Isidro, en su trono de espigas y flores, llevado en andas por 12 porteadores fornidos. Talla en madera de nogal, de autor desconocido, que preside su altar y que pesa lo que no está escrito. Y vengan vivas al Santo y aplausos a su paso. La procesión, concentrada en toda su extensión, en la carretera, era digna de verse. Y mi máquina, sin descanso. Que las vistas eran extraordinarias, en plena dehesa extremeña, rodeados como estábamos de encinas, alcornoques y matorral. Y allí tiene lugar un cambio en los porteadores: entran 16 mujeres, gentes de la Hermandad y otras por libre, como mi santa esposa, que, como viene haciendo en los últimos años, siempre arrima el hombro en este tramo llano. Y los de Coros y Danzas, que montan unas estampas extremeñas por delante, siendo muy aplaudidas por el respetable. Detrás de San isidro vienen las autoridades, encabezadas por el Alcalde y el párroco. Que el señor Arzobispo, con una lesión en la pierna, se ha quedado a la espera en sus reales. Y girando a la izquierda, donde se halla el portón del camino que sube a la Ermita, la Imagen descansa para cambiar a las mujeres por los hombres de nuevo. El camino que se avecina es duro y hay que echarle reaños. José Antonio Serrano, el capataz, hace lo que le dicen por todas partes, en tanto que José Crespo, con su walki-talqui, se coordina con otro que va en la delantera, junto al estandarte. Y aquí que me veo echando una mano, arrimando el hombro también, para llevar al Santo por este camino infernal. Como todos los años. Después de varias paradas, con la gente dando vivas al santo y a los costaleros (¡), regresamos por donde salimos y colocamos al Santo dando cara al pueblo. Momento que los mozos y las mozas del Grupo folklórico montan otra memorable actuación, esta de despedida, echando humo los aplausos, mientras inclinan la cabeza con respeto ante el Patrón de nuestros campos. Son las dos de la tarde y hay que entrar al Santo en sus andas. Tarea ardua, porque hay que hacerla a pulso y echándole riñones, que la puerta es justa y la Imagen más grande de lo normal. Así que hacemos virguerías y, en medio de atronadores aplausos y vivas por la maniobras, quedamos al bueno de Isidro de nuevo en su hogar, sobre unos borriquetes. El reparto de espigas benditas, la recogida de algunas flores de su trono y la compra de algunos recuerdos en la caseta de la Hermandad, rematarían los actos religiosos y devotos. Con tiempo para leer unos carteles improvisados de cartón, con avisos que dicen: "Ojo. Peligro de incendio. Cuidado con los cigarros". RESTO DE LA JORNADA Y luego, las autoridades e invitados serían agasajados por la Hermandad en un anexo de la propia Ermita, celebrándose a continuación, ausentes ya el Alcalde, el Arzobispo y el capitán de los guardias civiles, con sus respectivos séquitos, una opípara comida de hermandad, con la participación de los hermanos, hermanas y allegados. Y el resto del mundo mundial, a buscarse la vida por las casetas y chiringuitos del lugar. Y en la más cercana a la Ermita --conocida por Melanie-- tendríamos tiempo de saborear los sabrosos choricitos, pancetas, chuletitas, sardinas y demás platos camperos por San Isidro. Muy cerca, por cierto, de un chiringuito que habían montado los de "Custodia compartida, ya", inasequibles al desaliento, con pancartas alusivas y todo. Lo que aprovecharían numerosos romeros y domingueros para desparramarse por el lugar, visitar otras casetas en la zona baja y perderse por los hermosos parajes del Parque municipal Tres Arroyos --inmenso, de 243 hectáreas--, también llamado de "Antonio Cuéllar Casalduero", alcalde que fue de Badajoz, recentísimamente restaurado después de año y medio de obras, con sus caminos y sendas forestales, miradores, mesas y barbacoas ad hoc, zonas infantiles de juegos, pasarelas, circuito deportivo, etc. Todo un lujo para los pacenses que habrá que mantener y conservar. Eran las cuatro y media de la tarde, después del helado y del café, que invitaba la casa, cuando cogíamos el macuto y los ramos de espigas, y regresábamos felices y contentos a casa. |
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