¡San Isidro, peregrino en Badajoz!

Por El Avisador - 15 de Mayo, 2006, 9:16, Categoría: General

Hoy, San Isidro Labrador, la Villa y Corte arde en fiestas y regocijos en honor del Patrón de los campos de España. Lo mismo que incontables lugares, villas y pueblos de la Extremadura rural, que lo tienen como abogado divino de sus campos y senaras. En tanto que en Badajoz, donde fuera fiesta local hasta mediados de los años 80, lo festeja el domingo 21. Pero con unos prolegómenos extraordinarios: hoy se conmemoran los primeros 50 años (1956-2006) de la creación de su Hermandad y de la primera romería en el parque municipal de Tres Arroyos, en la carretera de Corte de Peleas, donde se pondría la primera piedra de su Ermita. Por lo que ayer, a media mañana y en medio del fervor de los suyos, San Isidro Labrador peregrinaba, por vez primera en su historia, desde su Ermita campera hasta Badajoz.
Con tal motivo, fue traído de forma parsimoniosa, subido en el remolque de un tractor, hasta las cercanías de la plaza de toros, en Pardaleras, para, desde allí, ser llevado a hombros de sus fieles y devotos, gentes del Club del Caminante y miembros de su Hermandad. Y media hora antes de la una de la tarde, hora de su llegada, ya le estábamos esperando un buen número de fotógrafos, periodistas y curiosos en la plaza de Cervantes, junto a la puerta de la parroquia de San Andrés, final de su peregrinación. Y allí coincido con Enrique Vidarte, el fotógrafo de la vespa colorá, y decidimos irnos a la Ronda del Pilar a la carrera, que de cerca llegan los ecos de canciones folklóricas extremeñas. Y a la altura del colegio de Los Pinos, el Lope de Vega, tenemos la suerte de coger el cortejo que, también parsimoniosamente, se encamina hasta San Andrés. Y lo iniciaban dos filas de jóvenes de la Agrupación de Música y Danzas Extremadura, que interpretaban con donosura algunos aires extremeños, acompañados de acordeones, guitarras, laúdes, panderos, tamboriles y castañuelas. Con cancioncillas pegadizas de nuestro rico folklore, harto conocidas por populares. Como ésta:

De la uva sale el vino,
de la aceituna, el aceite,
y de mi corazón sale, ¡ay!
cariño para quererte.

En Olivenza se sueña
que nos queremos tú y yo,
niégalo tú, vida mía,
que también lo niego yo.
Eres alta y buena moza,
pero no presumas tanto,
que también las buenas mozas, ¡ay!
se quedan p´a vestir santo.

 A continuación venía un "isidro" portando el extraordinario estandarte de la Cofradía, también de 1956, pero restaurado con posterioridad. E, inmediatamente después, la imagen de San Isidro, rodeado de flores y espigas, llevada en volandas por macizos romeros, a quienes dirige con sobriedad su capataz, José Antonio Gallego:
--¡Vamos, arriba! ¡A la izquierda!
Todos ellos, capataz y porteadores, tocados con gorras domingueras, luciendo en el cuello las clásicas cintas y los pañuelos verdes del Cincuentenario. Y alrededor del Santo, junto al hermano mayor, Rafael Crespo González, una legión de romeros, devotas y caminantes, con sus indumentarias ligeras, pamelas y cayados floridos. Muchos de ellos, sin tener que ver con el campo. En estos tiempos modernos, muchos funcionarios y jubilados. Que en la Hermandad son 75 miembros, unas 30 familias, incluidos los pequeñuelos, ataviados ex profeso también para la ocasión. Sin que faltara el caminante mayor de Badajoz, el entusiasta y veteranísimo Manolo Mayorga. Y, atentos a que todo salga bien, miembros de la Policía local y de Protección Civil, con sus camisolas color butano.
En el cruce con Madre de Dios, antes de adentrarnos en los aledaños de la histórica parroquia de San Andrés, hay un alto, mientras se escucha:
Las chicas de Olivenza
no son como las demás, ¿por qué?
Porque son hijas de España, ¡ay!
y nietas de Portugal.
Tienen la serena belleza
de la mujer lusitana,
y la gracia y el salero
¡de las mujeres de España!

LLEGADA A SAN ANDRÉS
Hay problemas para cambiar a hombres por mujeres, el peso de la Imagen en su paso es excesivo y se acuerda hacer el cambio más adelante, cerca de la iglesia. Y vuelta a seguir por esta calle empinada y estrechísima, que se acorta según se llega a la plaza.
En esto que las campanas de la iglesia tocan a fiesta y el vecindario comienza a asomarse por puertas, balcones y ventanas. En el cruce con Martín Cansado, nueva parada para el cambio de los hombres por las mujeres, mientras los vivas a San Isidro se suceden y los cánticos folklóricos atruenan:
Redoble, redoble, vuelve a redoblar,
con este redoble me vas a matar.
Me vas a matar, me voy a morir,
con este redoble vuelvo a repetir.
Las de la calle Caleros
se lavan con aguardiente,
las de Caminito Llano,
con agüita de la fuente.
Redoble, redoble, vuelve a redoblar,
con este redoble me vas a matar.
Me vas a matar, me voy a morir,
con este redoble vuelvo a repetir.

Cuando San Isidro aparece por la plaza, los allí presentes aplauden enfervorizados, prorrumpiendo en vivas al Santo y, tímidamente, a Santa María de la Cabeza, su santa esposa. El párroco, don Rafael Cubillo, revestido con alba, hace tiempo que espera a la comitiva en el dintel de la puerta y el Santo es colocado allí, dando cara al pueblo, en tanto las campanas redoblan que da gloria. Antes de su definitiva entrada, el grupo de Coros y Danzas de Extremadura hace una exhibición de sus cánticos y de sus bailes delante de la Imagen. Para la ocasión, los mozos y las mozas de Badajoz lucen hermosas y ricas indumentarias de gala, destacando las de Montehermoso, con su singular gorrito, Cáceres, Castuera, Don Benito y, naturalmente, Badajoz. Y en los bailes hay un mozo bien puesto, a la castuerana, que sobresale por su brío: es Andrés Lope Blanco, personaje popularísimo cuando llega el Carnaval pacense, que siempre va disfrazado de San Pancracio, el santo del perejil y la leyenda entre las manos. ¡Ahí es nada, un "santo" bailando en honor de otro "colega", San Isidro! ¡Lo nunca visto en Badajoz! ¡Y venga otra ronda!
Eres más chica que un huevo
y ya te quieres casar
anda, ve y dile a tu madre
que te enseñe a trabajar.
Anda diciendo la gente,
que tienes un olivar,
y el olivar que tú tienes, ¡ay!
es que te quieres casar.
No te apures, mi serrana,
que ese novio llegará,
y aunque no tenga dinero,
contigo se casará.

Terminado los regocijos callejeros, el Santo es introducido en la iglesia de San Andrés, siendo colocado en la capilla del Descendimiento y de la Virgen de la Esperanza, las dos imágenes titulares de la Cofradía allí radicada. En tanto, el hermano mayor va repartiendo estampitas del Santo entre todos los presentes. Hechas a base de fotocopias, que la humildad de la Hermandad no da para más, conteniendo en su reverso una oración y una brevísima biografía.
Una vez llenos los bancos, el párroco dio la bienvenida al Santo y a sus devotos, haciendo un panegírico del primer Santo salido del pueblo llano, Isidro Merlo Quintana, un campesino madrileño que vivió en la Villa y Corte en el siglo XIII, el primer laico llevado a las altares después de haberse santificado en el mundo de donde procedía, el rural. Que su mérito tenía, pues antes de ser elevado a los altares en 1622 sólo eran santificados Reyes y Papas, cardenales y arzobispos, abades y abadesas, monjas y religiosos. Como si el trabajo y la dedicación de los laicos no agradara también a Dios.
Se leyó la oración y todo el mundo aplaudió al final. ¡Caso insólito en esta iglesia, con un párroco tan rígido y escrupuloso como don Rafael!
Y, ya al final, la despedida, con la gente saludándose, haciéndose fotos familiares delante del Santo y quedando para el triduo, el regreso de San Isidro a su ermita y la romería del próximo 21. Pero no me voy sin antes coger una espiga de su trono, junto a sus pies. Espiga que me llevo a casa como recuerdo simbólico de un día que pasará a los anales de la pequeña historia local: ¡San Isidro, peregrino en Badajoz!

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