¡Cómo cambian los tiempos! ¡Para bien, claro! Que los poetas --que en
Badajoz son legión, que das a una piedra y salen cientos-- han dejado
sus cafés y tertulias románticas y han sentado sus reales nada menos
que en un Gran Casino, en el sanctasantorum
del juego, del ocio y de la restauración en Badajoz. Gentes, hasta
anteayer, tildadas de "raras", siempre por las nubes, mirando a la
Luna, lunera, cascabelera, a las flores y a la belleza, buscando
desesperadamente aquí una rima, allá una metáfora, tratando de
completar un soneto o un verso libre, tipos de vida bohemia, con sus
muchas penurias y estrecheces, que van ahora, en la contemporaneidad, y
se presentan por todo lo alto, así, por la cara, en el Gran Casino de
Extremadura. Junto a marqueses, condes y ricachonas venidas de Portugal
a jugar a la ruleta y al bacarrá. Al lado mismito de ejecutivos de alto
estanding y empresarios del ladrillo, de gente con muchos apellidos
raros y compuestos. De tíos con pasta gansa para caer malo, vamos.
¡Cómo han cambiado los tiempos! ¡Para mejor, claro!
Que
ayer, con motivo de que estamos en Primavera, los barandas del Gran
Casino, con nuestro José Antonio Carretero de preboste de la cosa
cultural, además de sheriff
de los seguratas, asistíamos a una velada poético musical en la Sala
Puerta del Pilar, llena hasta a la bandera --unas 50 personas--, con
gente de pie y todo. Actuaron Antonia Cerrato Martín-Romo, José Manuel
Sito Lerate, Plácido Ramírez Carrillo --que no estaba previsto en el
programa--, José Manuel Vivas Hernández e Irene Sánchez Carrón. Y como
telonero musical, nuestro jovencísimo cantante Karlos Fernández.
Presentó el acto la también poeta Milagrosa Ortega Rodríguez, la
discreción personificada, plena de sensibilidad y buen hacer. La gente
lo pasó bien, aplaudiendo en muchos momentos las diversas
intervenciones. Karlos Fernández, de negro total, con dos actuaciones
al principio y tres al final --canciones melodiosas, baladas, etc.,
tanto en español como en inglés-- armaría el taco de nuevo, llevándose
los más encendidos aplausos de la concurrencia, bien entendido que en
la primerísima fila estaba su santa madre, que aplaudió a rabiar, y
atrás, de pie, cuatro jóvenes fans, amigas suyas, que se lo pasaron
guay del Paraguay.
MARÍA JOSÉ
Después
se serviría un cóctel a los poetas, músico, familiares y amigos
cercanos, al que no asistimos porque no nos invitaron. Que nosotros no
somos como "Vicente, que va donde va la gente". Pero sí que nos fuimos
a tomar una copichuela al coqueto bar del hall de entrada, ideal para
pasar un rato tranquilo con tu parienta o tu maromo, mientras al fondo
se oían las máquinas tragaperras. Y en esto que apareció una tal María
José. ¿Una marquesa? ¿Una alta ejecutiva? ¿Una portuguesa ricachona?
¿Una estrella de cine de incógnito? ¿Una subsecretaria de algún Ministerio? ¿Una directora
general de la Junta?
Y
allí tendríamos ocasión de disfrutar de unos momentos inolvidables.
Pero de este encuentro y de lo que allí acaeció daremos cuenta en un
próximo capítulo, si Dios quiere.