El Avisador de Badajoz

¡Si es que en Badajoz pasa lo que no está escrito, lo que no ocurre en otros sitios! ¡Que tenemos hasta cigüeñas --las blancas, las urbanas, que, por cierto, abundan extraordinariamente por estos pagos-- de guardia! Ahora con el puente de Mayo, Badajoz ha recuperado la tranquilidad, el sosiego y la calma y sus calles son un oasis de paz, donde los peatones han recuperado los galones. Que ayer domingo por la noche, con temperaturas casi veraniegas --28 grados en Santa Marina, a las 20,30 horas--, cogimos el hato la patronal y yo y nos fuimos al centro histórico, a misa en la parroquia de la Concepción, al final de la calle de San Juan, la última a las que se puede asistir en Badajoz los domingos y fiestas de guardar, a las 21,30 horas. Y la gente, ocupando tan ricamente los veladores de la cafetería La Marina, junto al paseo de San Francisco, con dos de los habituales por las tardes, como son los barandas de la Caja de Ahorros de Badajoz, el presidente, José Manuel Sánchez Rojas, y su inseparable director general, José Antonio Marcos Blanco. Que, por lo que parece, se han quedado en casa y no se han ido de Badajoz. Pues algo traerán entre manos, seguro. Más arriba, ya en la plaza de España, mucha animación también en los veladores de la heladería Los Valencianos y en los del bar-cervecería Pepe Jerez, en tanto que la "calle de los bares", la de Muñoz Torrero, también estaban a tope sus mesas y sillas callejeras. Eso sí, poquísima circulación. De coches, porque las motos de Telepizza no descansaban. Pero lo curioso del caso es que sobre las nueve de la noche vemos en la plaza una estampa que nos hizo llamar la atención. Y era la presencia de unas cigüeñas estratégicamente situadas sobre las almenas y pináculos de la Catedral, hermosa y radiante con su magnífica iluminación nocturna, reloj incluído. Concretamente, había una, en equilibrio a una pata, sobre la Puerta del Cordero, la que mira al Norte, otra, sobre la de San Juan o del Perdón, la que da al Oeste, y las dos restantes, sobre la gran torre cuadrangular, la de 41 metros de altura, por encima del campanario. Y el caso es que hasta el pintor Luis de Morales, en su estatua sedente, de espaldas al Palacio Municipal, parecía estar "mirando" fijamente a la cigüeña cercana, la de la Puerta del Cordero, inmóvil, como la estatua misma. Y lo bueno es que tiempo después, pasadas las diez de la noche, al regreso, que vemos que continuaban allí, impertérritas, sin moverse un ápice. Por lo que me hicieron sospechar que estaban "de guardia". Que estaban amaestradas, tal vez, por Alejandro Ramírez del Molino, concejal de Tráfico, y el sheriff Sardiña, superintendente de la pasma municipal, para "controlar" el tráfico y a los "chorizos" en este puente. A lo mejor es que han conseguido que estas zancudas hablen, como los papagayos. Nunca se sabe de los animales, ahi tenéis el proyecto Gran Simio, que sus promotores quieren darle a los chimpancés y a los gorilas estatus de personas y todo. Pues aquí en Badajoz parece que está en marcha el denominado Cigüeña Gran Hermana, para ayudar a controlar el tráfico y a la gente de mal vivir, especialmente en los fines de semana, puentes y vacaciones.
Pues esta vez han tenido poco trabajo, poco podrán chivarse a los barandas de los maderos del Ayuntamiento. Que, a la salida de misa, que tuvo mucha presencia de fieles, incluyendo a los "parceleros" --como el ínclito José Antonio Espejo, que venía de su parcela, que la última misa en Badajoz era ésta de la Concepción--, vimos a los personajes habituales por estos pagos. En primer lugar a El Chiringuito, el gitano más pedigüeño y recalcitrante que haya parido madre.
--¿Me das argo? --te asalta en el cruce de San Juan y Arias Montano.
Que más allá, a la altura del Gran Café Victoria sonaba la música callejera de Jacinto, el trompeta.
--¿Me dan 50 céntimos, por favor?
Resumiendo, tranquilidad total, la gente disfrutando divinamente en la calle del tiempo casi veraniego --25º en San Juan a las diez de la noche--, los pedigüeños de costumbre haciendo lo que saben y los coches que han desaparecido como por encanto. Y las cigüeñas "de guardia", en su sitio, sin perder detalle.